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viernes, 5 de noviembre de 2010

Huacho: donde el norte no se queda “chico”


Tierra donde el misticismo de sus chamanes y la hospitalidad de su gente se funden junto al dorado atardecer de sus días de verano, así podríamos bien describir a la ciudad costeña que si bien está muy cerca de la capital, conserva aún ese encanto que hace a muchos viajeros escapar de la selva de concreto para vivir algunos días de relajación y diversión.
Hoy en día Huacho, capital de la Región Lima Provincias, es un punto de visita obligado para quien recorra las ciudades del norte chico. Cerca de ella se encuentran numerosos atractivos que dejan satisfecho a cualquiera que los visite. Bien se elija el misticismo, la ruta gastronómica, o las tradicionales playas, siempre hay qué visitar.
Por las rutas de lo que fue, y sigue siendo
Bandurria es el centro arqueológico de bandera en la ciudad. Ubicada a pocos minutos del centro de la misma, ofrece un recorrido entretenido y equilibrado, ya que si bien lo principal allí es lo antiguo e histórico, muy cerca se encuentra una laguna de regular tamaño, en la que los visitantes pueden encontrar la tranquilidad al ver el vuelo de alguno de los múltiples tipos de ave que anidan en los alrededores.
Alejandro Chu, arqueólogo de profesión, es quien lidera el “Proyecto Bandurria”, organización que, en conjunto con el Gobierno Regional, gestiona, conserva y administra el lugar, además de programar las constantes excavaciones en búsqueda de nuevos cúmulos funerarios, plazas circulares o pirámides, ya que sólo una porción del área total ha sido excavada y puesta en exhibición.
No podemos dejar de mencionar a la ya popular “Noche mística”, ceremonia de pago a la tierra y noche cultural, fogata incluida, donde aprendemos un poco más sobre la vida en la época de los antiguos moradores de la zona gracias a la tradicional puesta en escena que se realiza cada año. Claro está, podemos quedarnos a acampar a la luz de la iluminación especial que se da a las pirámides esa noche, para aumentar así la sensación de regresar a al pasado.
Campiña fértil, portal norteño…
Campiña huachana

Salchicha, pan, pollo, orégano, ingredientes que juntos (además de algunos otros), forman el “plato de bandera” de la capital de la hospitalidad: la sopa huachana. De sabor y textura especiales, este plato es ofrecido en los múltiples restaurantes campestres y “turísticos (si cabe el término) que, gracias a un reciente boom gastronómico, pueblan ahora (casi) cada dos o tres casas en la siempre visitable campiña huachana.
 Y es que, como dice el himno de Huacho, la campiña es uno de esos raros lugares en donde, a pesar de la cercanía de una urbe de regular tamaño, se pueden ver señoras abundantes con sus porongos de leche muy temprano saliendo a la venta, hombres con carretas tiradas por caballos, o hamacas que descansan bajo poncianos, abetos o cualquiera de los árboles que se diseminan por el distrito de Santa María, donde se ubica la campiña.
Ganas hay, reales no hay
Si bien todavía queda mucho potencial turístico por explotar, este sector se encuentra relegado a un simple “no hay presupuesto”, al momento de elaborar planes para repotenciarlo. Autoridades regionales y municipales hacen esfuerzos aislados y sin recursos, que, si no se unifican en bien del desarrollo del pueblo y haciendo a un lado diferencias ideológicas o políticas, podrían dejar a Huacho en un letargo del que unos pocos se esfuerzan por hacerlo escapar.
Malecón de Huacho

Quizá vaya siendo hora que las autoridades de turno (sobre todo de cara a las elecciones de octubre próximo) planteen planes a mediano y largo plazo, y no sólo ocasionales chispazos de creatividad a la hora de organizar ferias por alguna festividad apuntada en el calendario. Habría que trabajar más a la hora de convencer al sector privado de que son ellos uno de los tres pilares fundamentales en los que, a nuestro entender, se sustenta el sector turístico en cualquier parte (los otros dos, el sector público, y sobre todo, el pueblo). Organizarlos y empadronarlos debe ir más allá de esporádicas revisiones o mesas de trabajo.

Y claro, como mencionamos, nosotros, los huachanos, el pueblo, debemos contribuir en gran medida a todo ello. ¿Cómo? Siendo amables y honrados con los turistas. No ensuciando la ciudad. Con todos aquellos consejos con los que “nos molestaba” la profesora de cívica durante la primaria, y con los que esporádicamente nos recuerdan desde la tele o radio. Ya es la hora de despegar. Porque quien no mejora, empeora.

martes, 6 de julio de 2010

La lisura (o la "boquita de caramelo" que -casi- todos tenemos)

Dice la Real Academia de la Lengua, en su versión virtual, que en Bolivia, Ecuador, Guatemana, Honduras, Panamá y Perú, la lisura es la palabra o acción grosera e irrespetuosa. La lisura, querida lisura, que sazona siempre una buena conversación entre patas, no siempre es tan bien vista. Personalmente creo que un carajo bien soltado (quizá a lo Juan Lucas, de Un mundo para Julius) no es para escandalizar ni pedir rectificaciones.


Buscando sobre la lisura, encuentro algo muy cierto en un artículo publicado por Anddy Landacay Hernández, que si uno está caminando con su flaca al costado y se cruza un borracho faltoso, complicado sería pedirle que no molesté así: "Señor desconocido entiendo que usted no se encuentra en el mejor de sus estados personales, pero quiere dejar de molestar a mi señorita enamorada o atenerse a las consecuencias?” más fácil (y para muchos más gratificante) sería un “!Carajo borracho de mierda deja de joder a mi enamorada o te saco la entreputa!!”


Jeje, seamos honestos, para muchos nos es reconfortante soltar un carajo (como yo, cuando le digo a Shintaro "carajo, ya pues Shintaro, no jodas" (y es que Shintaro es jodido, si no que lo diga Yessenia o Nelly). He leído también que el soltar una lisura es expedir frustración, indignación o molestia frente a algo, quizá así sea dependiendo del momento y de quién lo diga.


Cervantes llamaba a Sancho i de puta, esto es (tapándose los ojos Keiklin si entras por aquí) una antigua forma de decir hijo de puta, también con Vargas Llosa, Bayly (sobre todo él, que creo tiene una manía de lisurear a todo y a todos en sus libros) acuden a las lisuras (y no precisamente las que derramaba la morena inmortalizada en La flor de la canela de la genial Chabuca Granda, que escucho ahora mismo).


Para terminar, propongo que todos carajeemos cuando queramos, porque a veces sí que hay ganas de lisurear. Los argentinos -como contaba una amiga- sí que granputean y mandan a la mierda cuando creen que deben, quizá así consigan la sinceridad que nuestra sociedad, con "sus buenas costumbres", aún no alcanza.

viernes, 4 de junio de 2010

"Familia bonita", eficacia asegurada

Son más de la 1:24 de la madrugada del 4 de junio. Antes de caer rendido por  el sueño, quiero decir que pienso exageradamente injusto el tratamiento que se le ha dado a la noticia de la muerte de Stephany Flores. Llámenme malvado, exagerado o simplemente escandaloso, pero creo que cada vez más es necesario en nuestro país tener cara bonita, vivir en zona bonita o tener familia con plata, para poder ser escuchado. Y es que, seamos sinceros, ¿habría levantado tanto revuelo la muerte de la muerte de la hija de la panadería de la esquina a manos de un empleado cualquiera? Quizá no se pueda condenar a los medios por la excesiva predilección al morbo que vienen experimentando en las últimas décadas, pero, es realmente sorprendente ver la rapidez y eficacia con que ha actuado esta vez la Policía Nacional respecto a este aparente asesinato. ¿Cuántas Stephanys hubo en nuestro país, secuestradas, violadas, muertas, que no fueron oídas? ¿Con cuánta celeridad se atienden los juicios para el peruano común, que es tan peruano como el empresario, poderoso y adinerado, Ricardo Flores?


Lamento profunda y sinceramente la muerte de esta chica, y la tristeza que debe sentir su familia, pero creo que es momento de dejar de actuar ilógicamente y, nosotros, negros, chinos, cholos, blancos, mestizos, empecemos a dejar de ser tan racistas con nuestros hermanos, primos, padres, madres, PERUANOS.

miércoles, 26 de mayo de 2010

Please Dream, It's NOT Over!

Since you showed this song to me (this original version, I've heard it long time ago from another group, a cover), it's hard not to remember you. Don't dream it's over has a magical sound that transports me to another epoch (you know what I mean), and there is like a saudade when I listen to this song... Why could it be? Who knows but, I'm glad to know that we have a lof of time to figure that =).

I'd like to finish saying to you...


PLEASE DREAM, IT'S NOT OVER!!!

Lc.

 Here the original video.

sábado, 22 de mayo de 2010

De nuevo, Nike


Excelente vídeo que nos muestra cómo una milésima de segundo puede cambiar el curso de una historia. Estrellas como Rooney, Ronaldo, Federer o Ronaldinho presentes en este muy recomendable anuncio de Nike, chécalo!


sábado, 15 de mayo de 2010

Cuando tenga 64…

Paul McCartney, ex integrante de Los Beatles, escribió una canción que hoy me hace pensar… ¿cómo serán las cosas dentro de 40 años?

 

Ésta es:

 

 

“Cuando envejezca y pierda mi pelo,

dentro de muchos años.

¿Aun me mandarás una tarjeta de San Valentín,

una felicitación de cumpleaños o una botella de vino?

Si he salido hasta las tres menos cuarto

¿me cerrarás la puerta?

¿Me necesitarás, me alimentarás

cuando tenga 64 años?

Tú también serás más viejo

Y si dices la palabra, podría quedarme contigo.”

 

¿Las cosas seguirán igual que hasta ahora? ¿Tendré los mismos amigos? ¿La cercanía con todo lo que tengo, la aceptación y el agrado, serán iguales?

 

Quizá me atormente unos días con esto, creo que vale la pena.

 

LC.

jueves, 13 de mayo de 2010

Enséñale a caer (por Beto Ortiz)

Lamento no poder ser, esta vez, tu solución, joven guerrero. A mal árbol te arrimas, yo he de ser el menos indicado para ayudarte en este caso. Sabrás perdonarme pero yo tampoco tengo la menor idea de que hacer ni por dónde comenzar. Yo tampoco sé cómo diablos se hace para criar a un hijo. Además, ni falta que hace porque, a estas alturas, me queda claro que no lo voy a tener, de modo que lo único que se me ocurre –en este instante en que te quiero más que cuando aún no eras papá– es escribirte esta lista de todo lo que yo NO haría.

Nunca emplees –con tu hijo– la palabra “obedecer” porque es un verbo indigno que denigra hasta a quien lo usa. Nadie es tan sabio que merezca ser obedecido. Enséñale, más bien, a dudar, a cuestionar, a rebelarse contra todo lo que le parezca injusto, sucio, cruel o falso. Anímalo a ponerse siempre del lado del que va perdiendo, del que se está llevando la peor parte, a proteger al pequeño y al frágil: al anciano, al pobre, al enfermo, a la flor, al niño, al perro. Y a serles fiel. Enséñale, por supuesto, a pelear por lo que cree. A guerrear como un loco por la verdad a como dé lugar, al precio que sea, hasta las últimas consecuencias. A creer en la gente que la busca y a dudar de la gente que la encuentra. Nunca prohíbas, convence. Nunca des órdenes, plantea siempre un gran abanico de alternativas. En lugar de pretender decirle lo que tiene que hacer, cuéntale tu experiencia: dile lo bien o mal que te fue en la misma situación y después déjalo solo. Que sea valiente y que decida solito. No le impongas tus opiniones. No le impongas tus afectos. No le impongas tus gustos. No le impongas tu religión. Ahórrale la mayor cantidad posible de miedos y de culpas y lo habrás librado de una inmensa carga de dolor completamente innecesario. No emplees nunca la palabra “cállate”. Jamás grites, ni golpees, ni castigues. Enséñale, más bien, que el que grita más es siempre el menos fuerte, que el que más maldice es siempre el menos temible, que el que insulta más es siempre el más imbécil.

No dejes de abrazarlo y besarlo sin falta todos los días. La certeza de que tú lo quieres más que a nada en este mundo será una razón para aprender a quererse primero y para (intentar) querer a los demás, después. No dejes de abrazar y besar a tu mujer delante de él, quiéranse siempre a la vista de todos pero cuando tengan ganas de pelear, esperen hasta que él se haya ido a la escuela y peléense en privado. No te permitas jamás, bajo ninguna circunstancia, la suprema cobardía de ofender ante él a su mamá. Recuerda que la madre es lo más sagrado y da la casualidad de que –antes que tu mujer– ella va a ser, sobre todas las cosas, su mamá. Suficiente confusión hay en la vida de los niños como para empeorarla con nuestras frustraciones, nuestros celos, nuestras deudas impagas y con toda nuestra mierda adulta. No toleres nunca en tu casa el dudoso lujo de la violencia, lo único que lograrás será hacer miserable su niñez y cuando crezca y se convierta en la atroz catástrofe que tan primorosamente cultivaste, te devanarás los sesos preguntándote qué hiciste mal. No tengas miedo de mostrarte débil, falible, imperfecto, equivocado, triste, roto, humano. No te avergüences de contarle tus miserias, tus traiciones, tus flaquezas, tus derrotas. Si le hablas con el corazón en la mano, desarrollará un espíritu solidario y compasivo y será capaz de hacerlas suyas también, aprenderá a no sentirse con derecho a reclamarte, a juzgarte y condenarte. No te avergüences de mirarlo a los ojos si un mal día te abraza el infortunio y te ves obligado a cambiarlo de colegio, a mudarte a una casa más chiquita, a vender el carro, a dejar de ir al cine, a comer menos lomo y más grated de atún. Si eso ocurriera –toca madera, claro– pero si eso ocurriera, díselo sin pena ninguna, dile que esta carretera en que viajamos nunca va en línea recta y que siempre habrá tramos que te sorprenden con súbitas curvas e intempestivas bajadas. Y si por el contrario, los dioses te bendicen y contigo la vida se ríe a carcajadas, tampoco se lo enrostres todo el tiempo, no le saques en cara que él tiene todo lo que tú nunca tuviste o que está –por eso– obligado a ser mucho mejor que tú. (Fíjate en la ridícula soberbia que encierra tamaño desafío). No lo obligues nunca a terminar la sopa apelando al hambre que tienen los niños del África a menos que tengas planeado animarlo a donar un porcentaje de sus propinas. Dale todo lo que necesite, pero tampoco mucho más. No olvides recalcarle que a los niños no se les diferencia por las marcas de sus zapatillas. Enséñale –por encima de todo– esa extraña alegría que solo se encuentra en el dar. Déjale muy en claro que cuanto menos tienes más libre eres, que –al final– tener no tiene absolutamente ninguna importancia.

No olvides enseñarle también a buscar la belleza. Entrénalo para encontrarla a cada paso en la perfección de la naturaleza o en el caos y aún en los lugares más insospechados. Por ejemplo: en su país, en el color de sus ojos, en la tristeza, en el silencio, en su interior. Nunca censures su curiosidad, no escatimes elogios a su gracia, talento o brillo, jamás silencies sus pasiones. No lo vigiles. No lo espíes. No lo invadas. Jugar es una actividad muy seria que requiere de la más absoluta privacidad. No le mientas nunca, ni para salir en defensa de un héroe de la patria, ni para hacerte negar en el teléfono, ni para justificar la imperdonable inasistencia de Papa Noel. Tampoco para intentar maquillar en algo los tramos menos admirables de tu biografía. Responde siempre con la verdad a todas sus preguntas, incluso a las más pendejas. Muéstrate siempre ante él gloriosamente desnudo, sin rubores, sin temores, en todo el esplendor de tu imperfección. Que no se olvide nunca de que su mente es el único paracaídas con que cuenta y que solo lo salvará si logra que se abra a tiempo. No le digas que tiene que leer libros, mejor asegúrate de que, en casa, siempre te vea leer. No le digas que estudie, haz que sea testigo de la pasión con que haces lo que sea que hagas en la vida para ganarte los frejoles. No le digas de qué alegrarse, de qué indignarse, a quién admirar y de qué compadecerse. Deja que lo aprenda solo –por imitación o por oposición– viéndote batallar, viéndote sudar, viéndote insistir. Viéndote triunfar y celebrar y también fracasar con toda el alma y volver a empezar todas las veces que sea necesario. Enséñale, por supuesto, a perder, que eso es algo que nos va a tocar hacer una y mil veces. Enséñale a fallar, a sufrir, a llorar, a caer.

Por lo que Dios más quiera, si solamente me vas a hacer caso en una, hazme caso en esta, guerrero: enséñale a caer.


 Lo que pienso sobre lo que piensa Beto:

Realmente, Beto ha recomendado a su amigo muchas de las decisiones que yo tomaré o dejaré a un lado, cuando me toque criar a mi hijo. Aquello de que "obedecer es un verbo indigno"... suena a mí muchas veces, cuando intento salir de este mundo tan parametrado y cuadriculado en extremo, y ser un poco más libre y "subjetivo", como me decía una persona que cada vez se desvanece más. 

Creo que muchos padres no aplican realmente aquello de la "libertad" que debe tener cada persona. Los "debes", sin opción a reclamos, son tan cerrados y oscuros como las personas que los usan cada vez que intentan moldear a más gente de la misma forma. Y es que aquí no digo padres solamente, porque eso suele ser hecho por muchos hermanos mayores, por muchas enamoradas celosas, o esposos cegados por quién sabe qué emociones amargas.

Yo creo que un mundo con más padres así sería más libre. Más feliz. Ser capaces de elegir, de equivocarnos pero aprender, es tan conveniente muchas veces...

Termino preguntándome si Beto realmente es así, o si lo sería de tener un hijo, porque creo que, de no tenerlo, y si eres capaz de escribir algo tan bueno, puede que tengas mucho de ello. Ojalá que todo ello no sea producto de la terriblemente brillante mente suya, que ha causado indirectamente que casi 30 mentes, quizá, se estén cuestionando su forma de ser cuando den vida a un nuevo ser. Espero de corazón que sea así. Quizá así podríamos tener más principitos =).

miércoles, 21 de abril de 2010

Pseudociencia..., ¿le creemos a las cartas, hierbas e imanes?

Desde sus inicios, el ser humano intenta explicar el funcionamiento del universo. Desde que alguien observó que una manzana caía, o que un objeto con bordes redondos rodaba en una pendiente, despertó en él la curiosidad innata que lo llevó a estudiar esos fenómenos relativamente sencillos y cotidianos. Así, el conocimiento fue acumulándose, los fenómenos estudiándose, y fueron apareciendo acumulaciones de técnicas y saberes llamados ciencias. Todas comprobables de manera rigurosa y exacta. Pero, ¿dónde quedan los otros conocimientos, la magia, el esoterismo, el chi, karma? Todos esos saberes ocultos conforman las pseudociencias.





Conversando con algunas personas de la universidad, me di cuenta que pocos son los que no han probado suerte en alguna de ellas. Una chica me dijo "yo sí, he ido a que me lean las cartas, y me sacaron todito lo que yo tenía y cómo era". Otra, "sí, mi abuelita me pasó el cuy una vez de chiquita cuando me enfermé y ahí salió todo lo que yo tenía, estaba mal de la barriga y el estómago del cuy salió hinchado". Creo que muchas personas han tenido alguna clase de acercamiento con pseudociencias de algún tipo. Por ejemplo, hace años mi má me contó que conoció a Sixto Paz, un ufólogo, peruano, conocido por sus sonados encuentros del tercer tipo.





Entonces, ¿cómo es que algunas personas se sonrojan, y admiten no creer en muchas de esas cosas, a pesar de haber tenido algún contacto con ellas? Yo creo que es temor a admitir que creen, o que (valga la redundancia) admiten como ciertos ciertos hechos "sobrenaturales". Es normal encontrar que alguien tome como algo curioso y poco creíble el esoterismo o las cábalas, y luego encontrarlo revisando el horóscopo del domingo.
 

Yo creo que muchas de las ciencias tan exactas que tenemos hoy, en el pasado no fueron tomadas en serio, y con unos años de estudio, fueron "formalizándose". El volar fue un sueño de Leonardo, y hoy hay aviones más grandes que un camión. Entonces, no sería ilógico pensar que algún día se comprobaría de manera exacta y rigurosa, con una explicación "lógica", que los extraterrestres existen, que del plomo saldrá oro, o que el saber de toda la humanidad está guardado en las cuarenta y tantas cartas del tarot.




Creo que al menos no deberíamos cerrarnos a la posibilidad. Tener mente abierta, y aceptar y al menos no negar desde el principio, los conocimientos o experiencias nuevas, es beneficioso ya que así poco a poco sabemos más. Nos enteramos de nuevas cosas. Abrimos nuevas puertas.

sábado, 17 de abril de 2010

¿En qué momento se jodió el Perú?

Esta pregunta, tan cruda y real como el abismo hacia el cual, al parecer, va dirigido nuestro país, es el tópico central del siguiente vídeo, que nos llama a la tan poco practicada reflexión, y a preguntarnos cómo sería la cosa si fuéramos menos "vivos" y más peruanos...





Ahora, ¿qué harás para cambiar?

jueves, 15 de abril de 2010

Empezamos!

Desde hoy empieza ComunicaBit, un blog donde encontrarás noticias relacionadas al ámbito comunicacional, nuevas tecnologías de la información, reportajes, artículos de interés, galerías de imágenes hechas por fotógrafos amateur, y más. No te despegues del blog!